FIGUERUELAS (ZARAGOZA)

Como es habitual, Figueruelas celebró su tradicional día de
fiestas en honor a San Isidro. Con un sol radiante, pero con el aire tan famoso
que pega en la Rivera Alta del Ebro, todo esto se tradujo en un día frió y
desapacible que invitaba a llevar prendas de abrigo.
A las 11 de la mañana de Sábado 15 de Mayo, visito la
localidad, la prestigiosa ganadería, con divisa verde y amarilla, de Los Maños
de Luesia. Con buen ambiente y ganas de disfrutar del día taurino, sonó el
cohete que anuncio la salida de la primer res, por la calle recta y ancha de la
Diputación.
Salio con pies y alegre la erala de pelaje cárdeno, recibiéndola
con bonitos quiebros, recortes y alimones, pero todos ejecutados con suavidad y
delicadeza, sin apurar a la res que entraba a todos los cites con entrega y
bravura, debido a su edad y pocas salidas efectuadas. De pelaje negro, apretada
de carnes, con bravura y mucha casta, fue la que mejor juego ofreció, rematando
en barrera, humillando, arrancándose con prontitud y fuerza, queriendo coger
todo lo que se le ponía por delante, muy encastada, yendo de menos a mas se
notaba que llevaba sangre de Santa Coloma, con esto esta todo dicho.
Sus hermanas de camada estuvieron a buen nivel, con juego
interesante y muy en el tipo de la casa. Buena y divertida mañana para el
lucimiento de las reses, debido también a los jóvenes de Morata de Jalón y
vecinos de la localidad, que pusieron el valor y el saber estar, sin apurar ni
agobiar a los animales.
Pausa para la comida popular, regada con los vinos de la
tierra y buena armonía entre los vecinos allí congregados.
Llegadas las 4 de la tarde empezó la segunda sesión de
vacas, en la cual trajo un lote muy interesante, vacas más veteranas, serias,
cuajadas y muy hondas, con capas cárdenas claras y oscuras, todo muy en el tipo
de la casa. Pusieron mas respeto y orden en el recinto, desarrollando sentido y
sin entregarse, queriendo coger, pero hay estaban los recortadores, burlando a
cuerpo limpio las embestidas de las reses, aguantándolas hasta el final, poniéndoles
en apuros, rematando en barrotes, metiendo la cabeza con peligro y pegando
algunos baretazos como los que se llevo “Frascu” de la carden engatillada.
La emoción y el riesgo lo pusieron los capones, el colorado,
de bonitas hechuras, pronto en las arrancadas y dejando las paredes
“estucadas”.
Turno para el capón negro, este no iba a ser menos que el
anterior y se dedico a arrastrar las barreras y meterse en un garaje con el
consabido susto de los allí presentes, pero sin ocasionar ningún percance,
solamente sustos y algunos empujones.
Y para finalizar, por la noche, una embolada a una
vaca que fue llevaba al palo y saliendo rápida, recorriendo el recinto,
poniendo emoción y diversión a los allí presentes.